Ingesta excesiva por ansiedad o estrés.


Ingesta excesiva por ansiedad o estrés.


Definición:

Un desorden que se caracteriza por el consumo impulsivo y descontrolado de alimentos, sin sentir hambre, que busca satisfacer necesidades emocionales, terminando en una sensación de angustia y culpabilidad.

Síntomas:

Los síntomas que describen este trastorno son la aparición repentina e imprevista de ganas de comer de una manera automática, sin ser consciente del tiempo y las cantidades. Nunca te sientes saciado del todo y comes sin hambre, ya que el hambre no se origina en el estómago, sino en tu mente.

Causas:

  Baja autoestima.

  Mala gestión de las emociones.

   Exceso de autocontrol.

   Entender la comida como exclusiva fuente de placer.

   Trabaja tu autoestima.

   Identifica las situaciones.

Consecuencias:

Además de la disforia -mezcla de ansiedad, irritabilidad y tristeza- y de los sentimientos depresivos hay una serie de distorsiones en el pensamiento que se vuelve inflexible, sobre generalizado, irracional y dicotómico (tendencia a verlo todo como muy bueno o muy malo, sin categorías intermedias).

Prevención:

Conviene limitar el consumo de: Grasas, vísceras y charcutería (embutidos, patés y foie-gras), leche condensada, lácteos enriquecidos con nata, quesos grasos, bollería rellena, productos de pastelería y repostería industrial, etc.

Tratamiento:

En psicoterapia (hablar con un terapeuta capacitado acerca de su estado de ánimo, sentimientos, pensamientos y conductas).

Emociones e ingesta de alimentos: La decisión de consumir alimentos y forjar una conducta alimentaria se puede relacionar indirectamente con nuestras emociones, por ello, no es extraño sentir el deseo de comer algo dulce si se está triste o alto en grasas y sal si se está feliz. Incluso, se puede considerar normal siempre y cuando no se repita constantemente y se convierta en un hábito.

Disminución de la ansiedad: Para prevenir o disminuir nuestro nivel de ansiedad, lo importante es mantener una alimentación saludable, adecuada en horarios, cantidad y calidad de alimentos, que sea capaz de aportar todos los nutrientes necesarios que permitan preservar la salud física y mental como: ácidos grasos omega 3 (especialmente EPA y DHA), proteínas de buena calidad, carbohidratos complejos, fibra dietética, vitaminas, minerales y agua. Para ello, se recomienda:


-. Consumir pescados grasos, al menos 2 veces por semana como jurel, caballa, salmón, sardinas, etc. Cocinarlos preferentemente al horno, a la plancha o en guisos (nunca fritos).

-. Preferir el consumo de carnes bajas en grasas, especialmente carnes blancas.

-. Consumir legumbres, al menos 2 veces por semana, en reemplazo de la carne. Estas aportarán vitaminas del complejo B, minerales, fibra y proteínas.

-. Consumir al menos 2 litros de agua al día.

-. Consumir mínimo 5 porciones de frutas y/o verduras todos los días, en lo posible de distintos colores y de temporada.

-. Consumir todos los días lácteos bajos en grasas.

-. Preferir el consumo de cereales integrales.

-. También es importante evitar la ingesta de alimentos fritos, con aporte excesivo de azúcar (chocolates, caramelos, productos de pastelería, galletas, etc) o sal, a base de harinas refinadas, y altamente estimulantes como café, té, mate y bebidas energéticas.

Recursos de apoyo:

El estrés y la ansiedad pueden agravarse no sólo por lo que se come, sino también por la forma en que se hace. Es aconsejable:

-. No comer demasiado rápido o mientras anda; comer sentado en la mesa y plato por plato, sin mezclarlos.

-. Masticar bien la comida, por lo menos 15 o 20 veces por bocado.

-. No comer demasiado o hasta el punto de sentirse hinchado.

-. Ingerir cantidades moderadas de líquido durante la comida; beber demasiado puede diluir los ácidos estomacales y las enzimas digestivas (entre uno y dos vasos de agua por comida es suficiente).

-. Realizar varias comidas al día, entre tres y cinco, que no sean copiosas.

-. Repartir las comidas regularmente a lo largo del día, para evitar descensos bruscos en el nivel de glucosa en sangre.

-. Planificar y respetar los horarios de comida; es mejor tener pensados también los menús para poder comprar y preparar lo que necesitemos con tiempo.

-. Empezar el día con un buen desayuno ayudará a evitar el descenso de azúcar en sangre (hipoglucemia) que suele producirse a media mañana y que puede provocar nerviosismo e irritabilidad.

-. Utilizar preferiblemente las formas de cocción menos grasas: planchas, parrillas, asados, microondas y cocciones en agua.

-. Moderar los fritos, rebozados, empanados, guisos y estofados.

 



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